DEFINICIÓN DE KARMA Y DHARMA DE PARAMAHANSA YOGANANDA

Desde luego. Si aceptamos el principio de causa y efecto en la naturaleza, y el de acción y reacción en la física, ¿cómo no hemos de creer que esta ley natural se extienda a los seres humanos? ¿No pertenecen los seres humanos también al orden natural?
»La ley del karma es ésta: lo que siembres cosecharás.! * Si siembras maldad, cosecharás maldad en forma de sufrimiento. Y si siembras bondad, cosecharás bondad en forma de alegría interior.
El visitante prosiguió:
-Esta ley ¿cuán específica es? En la física, la ley del movimiento establece que cada acción genera su equitativa reacción opuesta. En la naturaleza, los efectos suelen relacionarse con las causas no de forma vaga, sino muy concreta. Sin embargo, se nos ha enseñado a considerar la recompensa y el castigo a la conducta humana en términos más generales. Se nos ha dicho que si somos buenos iremos al cielo, y si somos malos, al infierno. Pero la gente no piensa que cosechará determinadas consecuencias de determinadas acciones.
Yogananda respondió: ”La ley del karma es exacta. Además, según esta ley, es imposible sufrir en el infierno. durante toda la eternidad. ¿Cómo las malas acciones de unos años en la tierra podrían merecer un castigo eterno? ¿Acaso una causa finita podría generar un efecto infinito?
»Para comprender el karma debes darte cuenta de que los pensamientos son cosas. 
»El propio universo, en esencia, no se compone de materia, sino de conciencia. 
»La materia responde al poder del pensamiento mucho más de lo que la mayoría de la gente sospecha, porque la fuerza de voluntad dirige la energía, y ésta, a su vez, actúa sobre la materia. 
»En realidad, la materia es energía.
»Cuanto mayor sea la voluntad, mayor será la fuerza energética y mayor será, en consecuencia, el impacto energético en los eventos materiales. 
»Una fuerte voluntad, especialmente combinada con el conocimiento de la energía cósmica, puede hacer milagros. Puede curar enfermedades, sanar a una persona, o asegurar el éxito en cualquier empresa. Las propias estaciones obedecen al individuo de gran fuerza de voluntad y profunda fe.
»Hasta los seres humanos no iluminados moldean su destino mucho más de lo que sospechan, según cómo utilicen su fuerza de voluntad, porque ninguna acción es un acontecimiento aislado. Siempre produce en el universo una reacción que corresponde exactamente al tipo y a la fuerza de energía que hay detrás de la acción.
»La acción se origina en la voluntad, y ésta dirige la energía hacia el fin deseado. De modo que la voluntad se define como: deseo más energía dirigido hacia un objetivo.
»La energía, como la electricidad, genera un campo magnético, y éste atrae sobre sí mismo las consecuencias de la acción.
»La fuerza que vincula la acción humana con la reacción cósmica es el ego. 
»La conciencia del ego asegura que las acciones de una persona tengan consecuencias personales para ella. 
»Las consecuencias pueden retrasarse si la fuerza de voluntad que ha engendrado un pensamiento o una acción no era lo suficientemente fuerte para producir resultados inmediatos, o si su empuje fue frustrado por otras energías opuestas. Sin embargo, tarde o temprano cada acción, ya sea de cuerpo, pensamiento, o deseo, cosechará su reacción. Es como un círculo que se completa a sí mismo.
»De modo que el hombre, hecho a imagen de Dios, se convierte a su vez en creador.
»Los resultados de las acciones buenas y malas no sólo se experimentan después de la muerte. El cielo y el infierno son realidades que existen también en la tierra, donde la gente cosecha las dolorosas consecuencias de su locura, y los armoniosos resultados de su acción correcta.
»Las personas rara vez consideran que sus acciones son malas. Creen que todo lo han hecho con buena intención. Pero si crean desarmonía a los demás y, por lo tanto, en los niveles más profundos de su ser, se la crean a sí mismas, esas olas de desarmonía volverán inevitablemente sobre ellas mismas en forma de desarmonía.
»Cada acción, cada pensamiento, cosecha sus correspondientes frutos.
»El sufrimiento humano no es signo de que Dios está enojado con el género humano, sino de la ignorancia que el hombre tiene de la ley divina.
»La ley actúa siempre de modo infalible.

«No os engañéis; de Dios nadie se burla. Lo que el hombre sembrare, eso cosechará.» Gálatas 6,7.


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